Andrés López, quien fuera metre en el restaurante Don Gil de Albacete y una reconocida figura en el mundo de la hostelería de la capital, fallecía este pasado lunes, 11 de noviembre, a los 76 años de edad. Juan Enrique Gil, propietario del icónico restaurante albaceteño explica que “Andrés era todo hospitalidad y siempre tenía una sonrisa”, y añade que “era de la familia”.
Desde mediados de los años 90 y hasta 2020, cuando se jubiló, Andrés trabajó en este restaurante de Albacete de la mano de la familia de Juan Enrique Gil, tiñéndose de luto la hostelería de Albacete con su fallecimiento.
En un sector como el hostelero, donde mientras el resto de la gente disfruta, su profesionales trabajan, Juan Enrique Gil recuerda que “hemos pasado muchas horas codo con codo. Hemos perdido la cuenta de cuántas Navidades, Ferias y Nocheviejas hemos pasado juntos”.
Tras la muerte de Andrés, Juan Enrique Gil reconoce que en los últimos días “hemos recibido un aluvión de fotografías y muchos clientes se han acercado a darnos un abrazo porque apreciaban a Andrés”.
La hostelería de Albacete se despide de Andrés
Con mucho recorrido a sus espaldas, la hostelería no tenía secretos para Andrés. “Tenía mucho oficio, ha sido la figura del metre en Albacete”, subraya Gil, que añade que “son muchas las vivencias con Andrés en el restaurante, todos los rincones nos recuerdan a él porque son incontables los momentos que hemos compartido”. Andrés era “todo un ejemplo, era todo hospitalidad y se desvivía por los clientes”, manifiesta Gil, que ha formado parte de la familia de Andrés, e indica que “ha sido un puntal fundamental para nosotros. Venía de la vieja escuela y nunca miraba el reloj”.
Al respecto, Juan Enrique Gil recuerda una frase que siempre decía Andrés. “Cuando alguien al restaurante a horas fueras de lo común para comer o cenar, él siempre decía que quien llega a su casa nunca llega tarde”, manifiesta, y asegura que “es una frase que usamos mucho y se queda con nosotros para siempre como parte del legado de Andrés”.
Quienes lo conocieron y trabajaron codo con codo con él, recuerda a Andrés como“na figura indispensable en la hostelería de Albacete”. “La gente de fuera siempre decía que les hacía sentir como en casa”, recuerda Juan Enrique Gil.
Primero con su jubilación y ahora con su fallecimiento, Andrés López ha dejado una huella imborrable en la hostelería de Albacete, fruto de muchos años de trabajo y de su carácter alegre, siempre con una sonrisa, tal y como lo recordarán sus compañeros y todos los clientes que a lo largo de su vida fueron atendidos con muchísimo oficio por Andrés.