Agustina Aroca fue la maestra de la aguja en Albacete durante muchas décadas. Esta mujer tenía su taller en Marqués de Molins 13, desde donde atendía a su distinguida clientela. Llegó a albergar en su taller alrededor de 25 modistas, y en la década de los 80 recibió la Medalla de Plata al Trabajo por toda una vida dedicada a la costura.
Agustina Aroca nació en 1891 y con tan solo 9 años se inició en el mundo de la costura. Con 25 años se casó con Eutimio Cano, también sastre, y pronto instalaron un primer taller en la calle San Agustín, para después trasladarse hasta Marqués de Molins, en pleno corazón de Albacete. Fue en este lugar donde Aroca se desarrolló como modista, y conquistó muchos vestidores de las albaceteñas de la época.
Con poco más de 30 años, Aroca enviudó y se quedó a cargo de sus 6 hijos. Con el tiempo, hizo su propio hueco en la moda en Albacete. De hecho, diseñadores de Madrid trataron de convencerla para trabajar con ella, pero Agustina era una enamorada de su ciudad y aseguraba que “de Albacete no se movía”, tal y como recuerda su nieta, Candelaria Motas. Una mujer “artista, valiente, luchadora, parsimoniosa, sociable, creativa y acogedora”, como la define una de sus nietas, que explica que “era moderna pero a la vez austera”.
Agustina Aroca bordó la historia de la moda de Albacete con su aguja
Lo cierto es que la moda de Agustina Aroca entusiasmaba a las mujeres, aunque no siempre se dedicó a la moda como tal. Durante los años de la Guerra Civil “se sustentó de la aguja elaborando los gorros que llevaban los republicanos”, explica Cande Motas, que asegura que “transformó su actividad de confección en estas prendas militares y su casa-taller se llenó de máquinas de coser de vecinos de Albacete”. Unas máquinas que volaban “para cumplir con la exigencia diaria de gorros”, explica, y apunta que “se crearon puestos de trabajo para muchas familias albaceteñas”.
Una época que también fue dura para esta modista de Albacete, puesto que “el ejército republicano convocó a los hombres de la quinta de uno de sus hijos, que fue reclutado en 1938 con 19 años”, explica, y señala que “al poco tiempo, su familia no tuvo noticias de él y figura como desaparecido desde febrero del mismo año”. “Ella no creyó que su hijo había muerto y escribió a varios ayuntamientos, incluso llegó a viajar para preguntar a sus compañeros por la última vez que lo vieron”, explican sus nietos. Unos años duros, aunque “nunca perdió la esperanza de encontrarlo”, indican a El Digital de Albacete.
El taller de Marqués de Molins en Albacete
Una vez terminada la Guerra Civil llegó el auge de la moda y desde el primer piso de Marqués de Molins 13, las máquinas de coser de ‘Agustina Modas’ tejían vestidos que resultaban verdaderas obras de arte. “En la sala había un gran costurero y las muchachas no paraban de cantar mientras trabajaban”, recuerda la nieta de Aroca, que indica que “la maestra preparaba las tareas el día anterior hasta altas horas de la madrugada con la maestría propia de una artista para que al día siguiente las costureras cosiesen por los puntos indicados”.
Estas mujeres “remataban las prendas y mostraban verdadera elegancia en la terminación de los vestidos”, explican los nietos de Aroca, que señalan que “al terminar la jornada recogían y barrían el suelo usando serrín mojado para absorber todos los hilos y alfileres del suelo, que estaba decorado con motivos florales”.
Oficiales, aprendices y la maestra
Los nietos de Agustina Aroca editaron un libro en honor a su abuela en el que recogen la vida en el taller albaceteño, donde oficiales, aprendices y la maestra hacían volar las máquinas de coser. En él, había algunas muchachas que aprendían el oficio “como Encarna, Llanitos, Mariloli y Mercedes”, entre otras más de 25 mujeres que iban y venían por el taller. Cande Motas explica que “siempre hemos dicho que no era una ‘abuela de contar cuentos’ porque era una abuela que trabajaba”, y señala que “para ella no existía el reloj, así que llevaba un ritmo de vida diferente al resto de los mortales”.
Una de las citas imprescindibles de Agustina Aroca era su paseo nocturno concretamente “después de cenar. Era una mujer austera y no salía mucho de casa pero ese paseo era inamovible”, señala Motas, que recuerda a su abuela “como una mujer verdaderamente creativa que materializaba obras de arte”.
La modista de Albacete, moderna y austera
Sobre la casa-taller de Agustina Aroca, que daba tanto a la calle Ancha como a la calle Concepción, Motas explica que “tengo un recuerdo entrañable porque acogía a todo el mundo con cariño”, y manifiesta que “los días festivos se abrían los ventanales como si se tratase de un escaparate y se recibían a amigos y familiares”. “Aunque ella no salía mucho era una mujer muy acogedora, y su casa siempre respiraba alegría y felicidad”, recuerda.
Otra de las características peculiares de esta modista albaceteña es que “era una mujer muy moderna”, como explican sus nietos, y a pesar de ello “vistió de luto y sin adornos desde que enviudó, aunque vivía rodeada del glamour textil”. Una mujer que “aunque no fue de alcurnia, se relacionó siempre con la sociedad más adinerada de Albacete, de quien recibió reconocimiento, respeto, amistad y mucho cariño”, tal y como señalan los nietos en el diario.
La sordera “le llegó muy joven” a Agustina Aroca, como explica Motas, que apunta que “a pesar de ello, esto no le impidió comunicarse ni relacionarse como suele ocurrir”. “Nunca la vimos quejarse de su sordera”, indica a El Digital de Albacete
Una mujer “enamorada de su trabajo, como decía ella misma”, que hizo de la aguja su profesión y obtuvo gran éxito entre los armarios albaceteños. Un icono de la moda de la época, que junto con su arsenal de oficiales y aprendices, la maestra guiaba cada puntada para hacer de las telas verdaderas obras de arte.
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