El COVID y la pandemia generada a consecuencia de este maldito virus fue un punto de inflexión en la población mundial y en 2020 el uso de mascarillas fue parte de la vida de los españoles durante varios meses, aunque no es algo del pasado para todos, ya que a día de hoy seguimos viendo por las calles de Albacete y del resto de ciudades a personas que todavía la llevan y que parecen no haber salido de la espiral de sufrimiento vivida entonces. Aquellos días de angustia, aislamiento y distancia han hecho mella en la población, especialmente en algunas personas más sensibles que no han podido sacar de su memoria aquellos días fatídicos. Por este motivo, algunos vecinos de Albacete continúan haciendo uso de la mascarilla incluso por la calle después del 2020.
Las mascarillas han llegado para quedarse y actualmente es más común que entonces ver a personas en centros sanitarios o en épocas de gripe portando este accesorio que se hizo imprescindible en 2020. Más allá de eso, “hay personas que todavía se han quedado en aquella etapa”, tal y como señala el psicólogo y docente en la Universidad de Castilla-La Mancha, Rafael Morón, a El Digital de Albacete, en lo relacionado a la huella psicológica que ha dejado en muchas personas la pandemia y que, por ejemplo, hace que todavía se siga viendo a gente con mascarilla por la calle o, incluso, con guantes de látex o vinilo.
Por este motivo, las preferencias de muchos vecinos de Albacete han cambiado, y el psicólogo explica que aunque “como población general no hay tanto temor, sí que es cierto que nos gusta hacer más planes en casa o en ambientes abiertos”, y añade que “desde que salimos del confinamiento existe cierta preferencia sobre los planes en el exterior, o si es en interior en grupos más reducidos”. De hecho, indica que “la gente se siente menos cómoda en espacios interiores”. Prueba de ello, “el aumento del turismo rural”, ya que nos permite “aislarnos en cierta manera”, explica Morón.
Las mascarillas todavía presentes en las calles de Albacete
En cuanto al regreso de las mascarillas en la calle, estas vuelven “cuando llegan ciertas épocas y comienzan a salir noticias de rebrotes o aumentos de casos. Muchas personas se quedan con ese dato y no con la incidencia o la gravedad de los casos”, señala Rafael Morón, que apunta que continúa presente “ese miedo a volver a pasarlo mal y a las consecuencias”.
Una situación que se pone de manifiesto “sobre todo en personas mayores, que tienen más miedo, o personas con patologías diferentes como problemas respiratorios”, explica, y señala que “también existe otro perfil de personas que no han terminado de perder ese miedo a la enfermedad y que continúan condicionadas por los recuerdos y las imágenes del 2020”. Además, el experto indica que “son muchos los sanitarios a los que ha afectado esta situación a nivel mental. Son los que lo han vivido todo más intensamente y eso también pasa factura”.
Entre los comportamientos de estas personas, Morón apunta a que “suelen rehusar de los planes espacios interiores”, especialmente si “son con mucha gente, o cuando son con amigos de amigos”. Además, apunta que esta situación produce “incomodidad e inseguridad”.
Otro de los factores que se ha quedado instaurado, fruto del miedo, es “situarse cerca de las ventanas si las hay, o cuando estas personas están en restaurantes o bares, salir cada cierto tiempo a la calle para coger aire”, explica el experto que señala que este último factor se debería a “la sensación de agobio que produce en estas personas los espacios cerrados”.
Así pues, la pandemia no sólo afectó a nivel físico, sino que a nivel mental causó también estragos en muchas personas y lo sigue haciendo a día de hoy, cuatro años después, motivando que, por ejemplo, aún haya gente que pasea por las calles de Albacete con mascarilla.
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