Con la llegada del verano regresa a muchas parcelas y casas de Albacete y provincia una tradición propia de tiempos antaños pero que sigue muy viva en la actualidad, y esa no es otra que elaborar de manera artesana conserva de tomate. Un producto con un sabor inigualable, que permite disfrutar durante todo el año de un tomate de calidad y con unas reminiscencias a huerta que lleva a nuestro paladar al más alto disfrute cuando el frío arrecia y la calidad de los tomates a la venta no es la misma al estar fuera de temporada.
Como decimos, la elaboración de esta conserva se lleva a cabo desde finales de julio y durante todo el mes de agosto, pero comienza mucho antes, para San Isidro, cuando las huertas de la provincia de Albacete ven como los agricultores plantan con esmero las tomateras para obtener los mejores frutos.
Con la madurez del fruto llega la recolección y tras ella, debido a la gran cantidad de producto en un mismo periodo de tiempo, llega el momento de realizar la conserva, algo, que además de para guardar tomate para todo el año, servía y sigue sirviendo para unir a familias y vecinos en torno a la mesa de trabajo y compartir chascarrillos y vivencias sin necesidad de recurrir a las redes sociales.
Con una cadena de trabajo más que definida, primero toman parte las personas que escaldan el tomate para que sea más fácil de pelar, siendo ese el segundo paso antes de su troceado. Una vez el barreño ya se ha llenado, llega el momento de ponerle un poco de sal e introducirlo en botes de vidrio con tapas metálicas, que serán la ‘vivienda’ del tomate durante el largo invierno.
Tras el llenado de los botes llega el proceso de hervido para realizar la conserva propiamente dicha, introduciéndose estos en grandes calderas metálicas a las que se añade agua, se lleva a ebullición y se mantienen hirviendo durante al menos 20 minutos para que dentro de los botes no quede oxígeno y se pueda llevar a cabo la conserva, ya que de lo contrario se produciría la oxidación del género y con ello su echado a perder.
Una vez cocidos, los botes se dejan enfriar paulatinamente para evitar que estallen con el cambio de temperatura y… ¡voilá!, la conserva ya está terminada y los sabrosísimos tomates del terreno se podrán disfrutar durante todo el año en mojes, guisos e infinidad de salsas, ya que también está la versión tomate frito en la tradición conservera artesanal de Albacete y provincia. Y no nos olvidemos del zumo, que aquí no se desaprovecha nada.
Aunque pasan los años y cambia la manera de vida, hay ciertas costumbres que a día de hoy todavía sobreviven a pesar del paso del tiempo y que ojalá y lo hagan por mucho más.
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/Fotos: El Digital de Albacete/