El río Mundo nace en Riópar, un municipio de la provincia de Albacete situado en el Parque de los Calares del Mundo. Uno de los espacios naturales más emblemáticos de Albacete, conocido como ‘Los Chorros del Río Mundo’, donde se produce un fenómeno natural que atrae miles de visitantes, también conocido como ‘El Reventón’. En este paraje natural único, espeleólogos procedentes de diferentes partes de España han descubierto un nuevo sector. Un camino que no ha estado exento de dificultades al que han accedido por vía terrestre y acuática hasta alcanzar la nueva galería.
Esta espectacular gran cascada natural se sitúa sobre una cueva que alcanza más de 30 kilómetros de profundidad. Desde el interior de esta cueva, que cuenta con varios sectores, el agua sale al exterior por un farallón, que da lugar a pequeñas cascadas que juntas forman ‘Los Chorros’.
Este conglomerado de cuevas ha despertado la curiosidad de cientos de espeleólogos de diferentes partes del mundo que se han adentrado en el interior de la gruta para descubrir nuevas zonas aún inexploradas de este paraje natural tan especial. Carlos Munuera, buceador del Grupo de Investigaciones Subterráneas del Centro Excursionista de Cartagena (CEX), junto a un numeroso equipo, ha formado parte de la última exploración que se ha llevado a cabo en esta cueva. Como resultado de la misma, Munuera y su equipo se han adentrado en las entrañas del conglomerado de cuevas, llegando a recorrer varios kilómetros en su interior, descubriendo una zona inexplorada: el sector 5 de ‘Los Chorros’.
Del ‘Sifón Naranja’ al Sector 5
Todo un descubrimiento para unas investigaciones que se remontan a los años setenta, en la que han participado cientos de personas que se han aventurado a explorar este curioso paraje natural subterráneo, que aún guarda enigmas y tesoros sin descubrir. Una aventura también para Munuera, que ha llevado a cabo junto con el buceador Javier Ruberte y un equipo de alrededor de 200 personas, que han trabajado coordinadamente para finalizar con éxito la expedición.
Para explorar las cuevas, los equipos se dividen por zonas. Una de ellas, el apodado como ‘Sifón Naranja’ por el equipo de Munuera, que ha sido el que los ha llevado a este nuevo sector. Un sifón que fue bautizado con ese nombre por los miembros del equipo “por el color del neopreno que me puse ese día”, como manifiesta el buceador Carlos Munuera. Para llegar al sector 5, “hay que bajar entre 80 y 100 metros de desnivel hasta el sifón, con técnicas verticales y llegar hasta la zona del río. Después llegamos buceando hasta una zona seca, que da paso al sector 5”, explica.
Buceando a 45 metros de profundidad bajo techo
“La cueva cuenta con 5 sectores, y siempre tienen el mismo patrón. En esta ocasión sabíamos más o menos la zona pero no sabíamos cuándo íbamos a llegar”, recuerda el buceador del CEX, que añade que “el camino lo hicimos también con todo el equipo encima, que pesa alrededor de 15 y 20 kilos. Hay que estar en muy buena forma física para llegar a la zona del buceo”.
Desde el ‘Sifón Naranja’ “ha sido donde hemos conseguido llegar a esta nueva galería. Cuando llegas a una zona con estas características, se abren kilómetros de galerías”. En este sifón “hemos buceado entre unos 400 y 430 metros, con la complejidad de que es el más profundo de ‘Los Chorros’. Llegamos a 45 metros de profundidad, que se considera buceo técnico”, manifiesta, y puntualiza que “la altura a la entrada de la cueva es de 1.400 metros, buceamos a una altitud de 1.300 metros, que es como si estuviésemos buceando al nivel del mar sobre unos 52 metros de profundidad, con la complejidad de que es una cueva y estamos bajo techo”.
La dificultad de los pasos estrechos bajo el agua
Con cuatro botellas cada buceador y tras 40 minutos de un complejo buceo técnico, los especialistas consiguieron superar los pasos estrechos. “Hay algunas botellas que tocaban el suelo por la falta de espacio. En esos momentos, que lo tienes que tener todo controlado, tenemos que estar muy tranquilos para no consumir oxígeno de más”, detalla el buceador de Cartagena, que señala que “siempre doblamos la seguridad y multiplicamos las botellas de oxígeno para no tener ningún problema”.
Para mantener esta calma, que resulta esencial de cara a llevar a cabo estas tareas con éxito, hay un entrenamiento muy específico detrás, ya que un fallo en este punto tan delicado puede acarrear consecuencias trágicas. “Entrenamos en el mar en condiciones muy malas para que luego estemos tranquilos cuando nos pasan estas cosas”, apunta el buceador, y manifiesta que incluso debajo del agua, mantienen el humor. “Cuando salimos del sifón, llegamos a una especie de playa con arena y cuando sacamos la cabeza le dije a Javier: Ya estamos en Cala Cortina, la cala de Cartagena”, recuerda entre risas el cartagenero.
“El equipo estaba nervioso, en tensión”
Tras llegar a la zona seca “nos quitamos los equipos y estuvimos recorriendo la cueva durante más de dos horas”, explica. Como medida de seguridad, Munuera y su equipo se ponen tiempo límite, en el que si los buceadores no regresan en el tiempo estimado, el resto del equipo interpreta la señal y es cuando llaman a los Servicios de Emergencia. “Apuramos mucho la salida, llegamos pasadas 3 horas y 40 minutos. El equipo estaba nervioso, en tensión”, recuerda, y añade que “es vital ponerse tiempo porque al final el equipo también sufre y vive esa incertidumbre”.
En estas horas, cuando los buceadores llegaron al sector 5, “hicimos un estudio rápido. Si encuentras galerías secas es que es un nuevo sector”, apunta el especialista. Y así fue, se trataba del sector 5 de ‘Los Chorros del Río Mundo’, y el equipo se adentró en las galerías kilométricas durante horas, donde “también hay pequeñas cascadas dentro de la cueva. Es muy bonito”, manifiesta. Además, para este proceso fuera de las aguas subterráneas del Mundo, también hay un equipo correspondiente. “Llevamos trajes secos especiales, que son como una especie de abrigo”, explica como curiosidad el buceador a El Digital de Albacete.
Más de 200 personas participaron en la expedición
Durante varias horas, los buceadores estuvieron explorando y recopilando material audiovisual para continuar con el estudio de este nuevo sector por el que los espeleólogos se han abierto paso. Un proceso complicado, donde cada detalle es muy importante, ya que los buceadores se juegan la vida. “Esta última vez hemos estado con 20 clubs de toda España, todos coordinados con labores distintas, desde comunicaciones, espeleólogos, buceadores hasta campamento para la seguridad”, manifiesta Munuera, y añade que “todos teníamos nuestro cometido en esos días”. Una labor gracias a la que estos buceadores se han podido adentrar en las entrañas de la cueva donde nace el Río Mundo.
Tras el descubrimiento, llega el siguiente paso y es que este equipo apunta a “preparar una entrada a finales de año. Hay gente que ha estado trabajando muchos años, en 1976 hicieron una exploración parecida a esta, pero tardaron mucho tiempo”; explica el buceador, que señala que “tardaron 10 años para dar con una entrada aérea”.
Poco espacio, técnicas verticales, verdaderos agujeros, buceo a mucha profundidad y pasos estrechos han protagonizado una expedición que no ha estado exenta de dificultades, pero que sin duda ha merecido la pena para adentrarse en las entrañas del nacimiento del Río Mundo en Albacete y dar paso al nuevo sector 5.