Cristina Gandía, natural de Albacete, decidió cambiar su forma de vivir de una manera peculiar. Desde hace unos años, Cristina rompió con su modo de vida y arrancó una singular mudanza fuera de la capital albaceteña. Eso sí, un hogar muy especial, ya que no está construido sobre cimientos como las viviendas convencionales, sino sobre el mar, y es que el hogar de Cristina desde hace unos años es un barco.
Este albaceteña cambió la llanura manchega por el Mar Mediterráneo en el que vive desde hace casi cuatro años. Un cambio de vida que llevó a Cristina a dormirse cada noche mecida por las olas del mar sin el ruido propio de una ciudad. Actualmente, esta albaceteña reside en su barco, en la capital valenciana, donde vive al aire libre y muy cerca del mar, prácticamente sobre él.
Una decisión que ha marcado la vida de Cristina, que ya no concibe volver a vivir en una casa tradicional, ya que ha hecho del Mediterráneo su nuevo hogar, que le permite vivir con libertad sobre las olas de la costa valenciana y poder viajar a las islas siempre que quiere, sin salir de su propia casa. Eso sí, esta albaceteña no olvida sus raíces y amarra su barco para visitar su ciudad natal, a la que guarda un cariño especial.
“Nosotros vinimos para montar un negocio en el Club Náutico de Valencia y nos pareció un sitio idílico”, explica Cristina Gandía, que recuerda que “tuvimos la suerte de quedarnos en un barco mientras encontrábamos un sitio tranquilamente”. Una situación que marcó un antes y un después para esta albaceteña y su pareja, que se enamoraron del mar y de esta manera de vivir tan especial, que les hizo adentrarse en el mundo marítimo y aprender lo suficiente como para poder hacer de un barco su hogar.
De la llanura manchega a las olas del Mediterráneo
De esta manera, “le cogimos el gusto a esta forma de vida y nos sacamos el título de patrón de embarcación de recreo”, manifiesta Gandía, que recuerda que “las prácticas nos encantaron. En cuanto tuvimos la oportunidad decidimos adquirir un barco para vivir”. Un cambio “un poco brusco”, puntualiza la albaceteña, que añade que “queríamos montar un negocio de hostelería aquí en Valencia. Se fueron dando las cosas y nos empezó a gustar la navegación”.
En cuanto a la búsqueda del barco perfecto, “buscamos uno que también reuniese las condiciones como casa para el día a día. Lo encontramos en Portugal, nos enamoramos de él y estábamos dispuestos a viajar a cualquier sitio para traerlo”, explica esta albaceteña. Y así fue, Cristina y su pareja viajaron hasta el sur de Portugal para comprar su barco y traerlo al Mediterráneo. Un proceso largo, pero que ambos disfrutaron, ya que “tardamos dos meses en traerlo, fuimos muy valientes. Paramos en 16 marinas hasta Valencia”, recuerda Gandía, que matiza que “nos vinimos solos pero nos dio tiempo a conocer el barco, ganar experiencia y estudiar navegación. No queríamos llegar a puerto”.
Desde ese día, del que han pasado ya casi cuatro años, Cristina aprovecha cualquier momento para navegar en el Mediterráneo. “Siempre que podemos aprovechamos. Si tenemos más tiempo solemos ir a Austria, de donde es mi pareja, y a Albacete”, señala Gandía, que indica que “en cuanto tenemos tiempo todo es ver a la familia y coger el barco mes y medio mínimo para irnos a las Baleares”.
Vivir entre olas
Un contraste en la forma de vida para los amigos y familia de Cristina, que cuando vienen “flipan”, como aclara la albaceteña. Una manera de vivir muy diferente, que la de Albacete tiene claro que “no cambiaría por nada”. “Aunque tengo algún vecino, tengo mucha tranquilidad y mucha paz”, manifiesta Gandía, que se considera “una privilegiada por vivir encima del agua. Me aporta mucha felicidad y me da ese punto de libertad de levantarme por las mañanas y sentirme una privilegiada de vivir cómo quiero y dónde quiero”.
Eso sí, vivir al aire libre también tiene su cara oculta. “Hay temporales y es más incómodo. Ahora nos hemos acostumbrado, por la noche ni me despierto aunque haya tormentas”, apunta la albaceteña. Cristina Gandía regresa con frecuencia a Albacete a visitar a su familia y tras casi cuatro años viviendo sobre el mar, cuenta con algunos choques cuando regresa a la capital albaceteña. “Me llaman la atención los espejos de cuerpo entero, que los baños funcionen normal y los armarios grandes. En el barco no podemos tener todo eso”, explica entre risas Cristina.
Cristina Gandía hizo una mudanza muy particular hace cuatro años, que la llevó a cambiar su manera de vivir completamente. Ahora, su barco es su nuevo hogar, en el que se levanta cada mañana con las mejores vistas y al que no cambiaría por nada del mundo.