Un viaje en el tiempo y descubrir piezas de arte únicas es la experiencia que regala el Museo de Albacete a quienes cruzan sus puertas. Este icónico edificio, obra del arquitecto Antonio Escario, alberga auténticas joyas y las claves para entender nuestras raíces.
Colecciones de arqueología, bellas artes y piezas etnográficas pueblan las salas del Museo de Albacete en un recorrido en el que los visitantes pueden contemplar y conocer obras de nuestros antepasados y de reconocidos artistas de nuestra tierra. Cuadros, cerámicas, esculturas, monedas y muchos otros elementos aguardan en silencio a ser descubiertos por quienes se animan a caminar por las salas de este importante espacio cultural ubicado en el corazón del parque Abelardo Sánchez.
El nacimiento del Museo de Albacete
El Museo de Albacete es una institución museística de titularidad estatal gestionada por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Representa el devenir histórico de la provincia de Albacete, como parte integrante del patrimonio histórico-artístico y cultural de la región y resulta ser un valioso archivo para la arqueología provincial, con proyección nacional por la calidad de muchos de los hallazgos producidos. Además, tiene como misión fundamental, contribuir al conocimiento de los pueblos a través de la difusión del patrocino cultural que conserva.
Una institución cuenta con una importante trayectoria y continúa trabajando para conservar y atesorar piezas que son esenciales para componer el puzzle del pasado de la provincia de Albacete. Su actual presidenta, Blanca Gamo, recordaba que “este museo recoge las piezas de la provincia de Albacete desde el siglo XIX”, garantizando la preservación de este relevante legado cultural.
El Museo de Albacete tiene su sede en el parque de Abelardo Sánchez desde el año 1978, pero la institución nació en el siglo XIX. Al respecto, detallaba Blanca Gamo que “los primeros intentos de creación de esta institución se produjeron tras la creación de las provincias en 1833 y de que empezasen las desamortizaciones en 1836, lo que supuso una extensa pérdida patrimonial”. Estos fueron los motivos que impulsaron la creación en cada una de las provincias españolas de “una Junta de Recogida de Bienes de todo lo que se estaba perdiendo en los conventos desamortizados y en las bibliotecas”, especificaba, procediendo a crearse bibliotecas públicas y museos.
En este punto, confirmaba la directora del Museo de Albacete que “sabemos por las actas que conservamos de 1876 que el primer Museo de Albacete se llamó Museo de la Comisión Provincial de Monumentos de Albacete”, una institución cultural que se ubicó en el Palacio de la Diputación. En este primitivo enclave se encontraba la original la Bicha de Balazote, pieza que ahora custodia el Museo Arqueológico Nacional (Madrid).
Fue en este periodo en el que comenzó a trabajarse para contar con una sede definitiva, pero una serie de hechos precipitaron la desaparición de este museo, perdiéndose muchas obras. Otras como el caso de la Bicha de Balazote, “se mandó a Madrid para que se salvase”, relataba Blanca Gamo a El Digital de Albacete.
Posteriormente, en 1927 volvió a crearse el museo de nuevo en la Diputación y sus puertas no se cerraron hasta la Guerra Civil. Tras la contienda retomó la actividad en el año 1943 y hasta el año 1963 su sede pasó a la Casa de la Cultura, “un sitio con poco espacio y con malas condiciones”, lo que propició la búsqueda de una nueva y definitiva sede. Así, en la década de los 80 el Museo de Albacete se instala en su actual emplazamiento, un edificio único del arquitecto Antonio Escario localizado en el corazón del parque Abelardo Sánchez.
Colecciones permanentes repletas de historia y de belleza
El Museo de Albacete cuenta con varias secciones definidas: una parte dedicada a la arqueología, otra dedicada a las Bellas Artes y una pequeña parte dedicada a la etnografía. Al respecto, detallaba Blanca Gamo que en los espacios dedicados a la arqueología los visitantes “pueden ver una muestra de nuestra historia desde la historia más antigua”. En estas salas el visitante puede caminar entre piezas del Paleolítico Inferior y hasta topares con “piezas del siglo XIX como unas granadas de vidrio de mano que se dejaron los franceses durante la Guerra de la Independencia”, desvelaba.
La mayoría de las piezas expuestas en el Museo de Albacete son de nuestra provincia, pero existen también situaciones realmente curiosas y anecdóticas. Este es el caso del León de Bienservida, aclaraba la directora del Museo de Albacete que “en realidad procede de Villarodrigo (Jaén). Detallaba que “la finca en la que apareció esta pieza estaba partida entre dos provincias y, objetivamente, salió a la luz en la parte de Villarrodrigo”. Sin embargo, apuntaba que “como los propietarios de la finca vivían en Bienservida eran, por tanto, de Albacete y lo entregaron al museo”.
Un paseo para conocer el pasado de Albacete
Concretamente, el Museo de Albacete tiene 9 salas dedicadas a la arqueología y otras 4 dedicadas a las bellas artes. La colección arqueológica está ordenada de manera cronológica porque “es la forma en la que estamos acostumbrados a ver la historia”, explicaba Blanca Gamo.
Al respecto, trasladaba que la colección arqueológica comienza “con una sala dedicada a la historia de la arqueología en la provincia de Albacete y a la historia del Museo de Albacete”, apuntando que ambas trayectorias “van muy en paralelo”. En este espacio se muestran cómo eran las anteriores sedes del museo, pero también los espacios actuales que no suele ver el público.
A partir de ahí empieza un recorrido lineal que se inicia en el Paleolítico Inferior con unas primeras salas dedicadas a la Prehistoria. En este espacio destacan especialmente “objetos neolíticos como las cerámicas de la Cueva del Niño (Ayna)”, indicaba Blanca Gamo. Otras etapas históricas que están reflejadas en esta segunda sala “es el Calcolítico, que es la época de paso hacia la Edad de los Metales, o la Edad del Bronce, ya que es muy importante con yacimientos como el Acequión o el Cerro de los Cuchillos”, manifestaba.
Las salas tercera y cuarta están dedicadas a las culturas prerromanas, “desde el periodo orientalizante con piezas tan emblemáticas como el Quemaperfumes de la Quéjola, a todas las colecciones ibéricas con la escultura”. Reconocía la directora del Museo de Albacete que “este es uno de nuestros grandes tesoros”.
De ahí, el visitante pasaría a las salas cinco y seis, dedicadas al mundo romano con yacimientos tan importantes como el de Minateda u Ontur. Como importantes ejemplos de piezas de estos yacimientos se encuentran las muñecas romanas de Ontur o los mosaicos de la villa romana de Balazote. La siguiente sala “es una pequeña sala dedicada a la numismática” en la que se pueden ver “monedas griegas, prerromanas y hasta monedas de las ocultaciones con las Guerras Carlistas”.
Siguiendo el recorrido pasaríamos a las salas dedicadas a la Edad Media, “primero con el Tolmo de Minateda que es un yacimiento de época visigoda y que se convirtió en una de las ciudades islámicas que pactó con los muslmanes”, detallaba. Pero además, ponía de relieve el “conjunto de Liétor, que es una ocultación de finales del Califato de Córdoba de época almohade”.
La última sala está dedicada al final de la Edad Media tras la reconquista cristiana con piezas como estelas funerarias del Castillo de Munera, llegando hasta el siglo XIX. En este punto se puede disfrutar de piezas tan relevantes como “la Cruz de Término de la ciudad de Albacete que es del siglo XV, vigas mudéjares de la Iglesia de las Nieves de Chinchilla, piezas de época contemporánea como unas granadas de mano del Castillo de Chinchilla de la guerra contra los franceses o un depósito del Ayuntamiento de Albacete de la última placa de una calle que quedaba en la ciudad de un sistema de organización de distritos impulsado por Carlos III”, concretaba Blanca Gamo.
El importante legado de Benjamín Palencia
Pero además de este viaje por la historia de Albacete este museo tiene varias salas dedicadas a las bellas artes. Concretamente, cuenta con una sala que “tiene una parte dedicada al arte sacro y otra dedicada a las colecciones profanas, con piezas de entre los siglos XVI y XIX”, subrayaba. En esta sala se pueden ver piezas como una Virgen Dolorosa de Salzillo, un Crucificado de marfil del siglo XVII, cerámicas de la producción de loza hellinera de los siglos XVII y XVIII o cuchillos y tijeras de la industria albaceteña.
Pero además, existen otras tres salas dedicadas a las bellas artes que se inician con “un busto del arquitecto Francisco Jareño, obras de Cosme Algarra o de Pedro Román, que son importantes pintores y fotógrafos de los siglos XIX y XX”, apuntaba. A partir de ahí el visitante enlazaría con la obra del pintor más relevante de la provincia de Albacete: Benjamín Palencia. El pintor de Barrax hizo una generosa donación de obra al museo que propició que estas salas se destinaran a este fin.
Además, animó a que otros artistas también donasen sus obras, contando esta colección artística con obras de “Orlando Pelayo, o Juan Amo, Godofredo Jiménez, Miguel Cano, un montón de artistas que ha dado la provincia de Albacete y que tienen representación en las salas hasta llegar a las tendencias clásicas del siglo XX como el formalismo o la abstracción”, detallaba la directora del Museo de Albacete.
Las piezas esenciales del Museo de Albacete
Tras las paredes del Museo de Albacete se esconden verdaderos tesoros. Todas y cada una de las piezas que hay expuestas en las diferentes salas cuentan con una especial relevancia, ya que “todas nos enseñan algo”, consideraba Blanca Gamo.
Sin embargo, el Museo de Albacete ha confeccionado un listado de las piezas esenciales que no pueden perderse los visitantes. Para ello, han diseñado y elaborado un folleto en el que se incluyen 11 piezas clave que están expuestas en las diferentes salas del museo y que cuentan con un código QR que los visitantes pueden escanear con sus teléfonos móviles para ampliar toda la información sobre las mismas. “A nuestro juicio son las piezas que nadie debería perderse si viene y tiene poco tiempo”, manifestaba.
Estas 11 piezas son el Jinete de Los Villares (490 a.n.e.), las muñecas romanas de Ontur (Siglo IV), o el cancel de la Basílica de Eio del Tolmo de Minateda (Siglo VIII). Pero además, quienes visiten el Museo de Albacete no pueden perderse el candil de Rasiq (Siglo X), la Cruz de Término de Albacete (Siglo XV), el cuenco del toro (Siglo XIX), la escultura de Hércules y Anteo, la Virgen Dolorosa de Salzillo, la esfinge de Haches (Bogarra), el paisaje de Madrid de Cosme Algarra (1867), la Estación del Norte de Benjamín Palencia (1918), y el retrato de Alberto de Benjamín Palencia (1932).
Más allá de estas esenciales, Blanca Gamo confesaba a El Digital de Albacete cuáles son las piezas del museo por las que siente especial predilección. Al respecto, advertía que “soy arqueóloga y tengo una tendencia natural a ir hacia ese ala del museo”.
De este modo, expresaba que “me parece que son muy importantes por la fuerza que tienen y por su rareza las muñecas romanas de Ontur”. Sin embargo, desvelaba que “personalmente me gusta mucho el candil islámico de Liétor, que además también está en esas piezas esenciales del Museo de Albacete”. Sobre esta especial pieza explicaba que “se trata de un candil hecho seguramente en los talleres de Medina Azhara (Córdoba) que tiene una inscripción del jefe de taller”, añadiendo que “tiene una factura preciosa porque tiene un asa que acaba en forma de cabeza de ciervo y es una pieza muy bonita, muy interesante y muy importante”.
La imprescindible labor del Museo de Albacete
“El Museo de Albacete tiene una función principal que es custodiar ese legado cultural para que todos podamos disfrutar y para que se preserve para el futuro”, manifestaba Blanca Gamo. Pero además, esta institución cultural cumple también con una función educativa.
La Constitución Española recoge que el acceso a la cultura es un derecho para todos los ciudadanos. Al respecto, sostenía la actual directora del Museo de Albacete que este tipo de instituciones “acercan la cultura y hacer que cultura y los bienes, que son la muestra tangible de esa cultura, sean accesibles para todos los públicos”. “Si no hubiera museos nadie podría ver una escultura ibérica como el Jinete de Los Villares o una obra de pintura como las de Benjamín Palencia, que forman parte de nuestra colección de Bellas Artes”, reflexionaba.
En relación a la importante labor que llevan a cabo, ponía de relieve que de no existir el museo “no veríamos todo lo que tenemos”, recordando que “antiguamente quienes tenían acceso a la cultura y a los bienes culturales eran aquellas personas que podían permitirse sus propias colecciones”. Los museos, por tanto, propician que se preserven para el futuro todas estas obras de arte; al mismo tiempo que hacen que todos podamos disfrutarlas, reconociendo Blanca Gamo que estas obras “son de todos”.
Un trabajo de conservación que ha supuesto que lleguen hasta nuestros días piezas arqueológicas que son el reflejo de quienes éramos y que supongan un legado indispensable de quienes poblaban hace siglos la provincia de Albacete. Los objetos hallados en numerosas excavaciones arqueológicas o que han aparecido fruto de la casualidad en la provincia albaceteña “son el reflejo de cómo somos nosotros, de nuestras identidades, de nuestros gustos, y de nuestros intereses”, sostenía la directora del Museo de Albacete.
El arte cumple además una función social, como “alimento del alma”, trasladaba Blanca Gamo. De este modo, remarcaba que los objetos que forman parte del Museo de Albacete “nos explican todo esto y por eso es importante verlos en un sitio y sentirnos identificados con ellos”.
El Museo de Albacete trabaja de cara al público organizando todas las colecciones y creando el relato que cuenta aquello que los visitantes pueden observar en cada sala. Pero también, centran su labor en continuar ampliando las colecciones con el objetivo de procurar que estén representados todos los periodos y estilos posibles.
Además, subrayaba Blanca Gamo que “una parte importantísima para nosotros es la de conservación y estudio”. De este modo, trasladaba que “si no sabemos lo que tenemos no podemos enseñarlo ni explicar qué son las cosas”. Igualmente, ponía de relieve entre las funciones que realizan desde el Museo de Albacete la de “ordenación, catalogación y estudio de las colecciones”.
Cabe destacar que hace posible todo este trabajo en el Museo de Albacete un pequeño equipo integrado por dos técnicos, personal de sala, ordenanzas (9 personas), un administrativo, dos miembros del departamento didáctico, personal de apoyo, mantenimiento y seguridad.
Las nuevas metas: acercar el museo a la provincia de Albacete y nuevas del Museo de Albacete:
Blanca Gamo tomaba el relevo de Rubí Sanz al frente de la Dirección del Museo de Albacete, esperando “estar a la altura” de su antecesora. Sobre su predecesora reconocía que “ha sido mi maestra, una persona con la que me he formado, con la que he aprendido y espero no hacer de menos la herencia que dejaron los anteriores directores”.
Dos décadas abalan el trabajo de Blanca Gamo en el Museo de Albacete, estando ahora al frente de esta institución. De este modo, apostaba por trabajar para hacer ver que “este es el museo de toda la provincia y representa o tiene bienes de toda la provincia”. Sobre este aspecto, aclaraba que “todos los bienes de carácter arqueológico que aparecen en la provincia de Albacete están tutelados por el museo”, es decir que el Museo de Albacete “es el custodio de todas estas piezas, aunque luego se hagan depósitos como los que hay en Chinchilla, Hellín, Almansa o Lezuza”.
Sin embargo, confesaba que pese a ser un centro de relevancia provincial “tengo cierta sensación de que nos falta implantación en el resto de la provincia”. De este modo, argumentaba Blanca Gamo que “en ocasiones me da la sensación de que la gente no termina de ver el museo como algo propio”, enfocando su trabajo a que “la gente de cualquier municipio de la provincia vea que este también es su museo”.
Por ello, adelantaba que entre sus proyectos al frente de la institución se encuentra “impulsar más la colaboración con los municipios”, es decir más allá de dejar piezas en depósito, “podríamos hacer actividades para trabajar más en este aspecto, como organizando días concretos dedicados a determinados sitios de la provincia”. De este modo, apuntaba que de cara al próximo año el Museo de Albacete pretende poner en marcha un ciclo de conferencias de arqueología en la provincia “y podría ser un buen momento para que cuando se hable de los yacimientos, aprovechar y hacer una jornada en el museo para que venga la gente de otros pueblos”.
En otra onda completamente distinta, reconocía Blanca Gamo los rápidos cambios que experimenta nuestro mundo, considerando que “los museos vamos un poco atrás en lo que se refiere a nuevas tecnologías, a ponernos al día, y a que las salas sean más accesibles tanto visual como cognitivamente”. De este modo, apostaba por “hacer una implantación más a fondo de esta parte importante, especialmente para la educación y la difusión del museo”, añadiendo que se centrará “en el acceso de las personas a nuestras colecciones, ya sea por la red o en el propio centro o con teléfonos móviles”. Y es que aplaudía que “ahora, afortunadamente, hay muchas posibilidades que no existían hace 20 años” y que hacen que disfrutar del arte y la arqueología se pueda vivir desde otra perspectiva.
Una relevante herramienta cultural en Albacete
Siglos después de su puesta en marcha, el Museo de Albacete sigue siendo un elemento esencial en nuestra provincia. El Museo de Albacete “sigue siendo importante porque la cultura lo sigue siendo”, destacando su presidenta, sobre todo, que “el acceso a la cultura y el valor de la cultura es importante”. De este modo, remarcaba sobre la importancia de este centro que “sigue siendo necesario que las cosas se custodien y se conserven para que las podamos legar al futuro, y sobre todo, sigue siendo necesario que entendamos por qué somos así, de dónde venimos, que conozcamos nuestra identidad y que sintamos que formamos parte de algo”.
En definitiva, remarcaba Blanca Gamo que “los museos son necesarios por su labor de conservación y custodia, pero también por difundir y enseñar”. De este modo, ponía de relieve que los museos están ahora mismo en una corriente de renovación”, reconociendo que “es necesario que las instituciones reflexionen, planteen y que presente las cosas al público”.
En un mundo en el que prima la inmediatez y el ruido, cobra una mayor relevancia la quietud y los retazos de nuestra historia que guarda tras sus muros el Museo de Albacete.
/FOTOS: Miguel Ángel Romero/