Pepe Valiente, de 91 años y natural de Alcalá del Júcar, nos abre las puertas de su antigua carpintería, en las inmediaciones de la albaceteña calle Doctor Ferrán, para que disfrutemos de su curiosa colección.
Desde su jubilación, su variopinto taller se ha convertido en una especie de museo en el centro de la ciudad. Colecciona todo tipo de curiosas antigüedades, tales como llaves, bastones, o mazos. Exquisitez en el trato personal, Pepe Valiente siempre está dispuesto a explicar, con todo lujo de detalles, cualquier peculiaridad del material que durante años ha ido buscando, clasificando y estudiando. Entre sus colecciones, una compuesta por cerca de 80.000 cajetillas de tabaco.
Comenzó la colección tras dejar de fumar
Una afición que comenzó tras dejar de fumar. El coleccionista nos cuenta que “fumaba, pero muy poco, tan solo unos cuatro cigarros al día. Empecé a darme cuenta de que fumar no era bueno, y decidí dejarlo poco a poco. Así que los fui reduciendo, y de los cuatro diarios que me fumaba, los dejé en 3, luego en 2, y más tarde en uno diario. Un día fui al médico con mi hija, y el doctor me preguntó que cuanto fumaba. Le dije que, de un paquete, me fumaba uno diario. Él interpretó que me fumaba un paquete diario, y me dijo que era mucho. Mi hija y yo nos echamos a reír, y le expliqué que no era así, sino que de un paquete de 20 cigarros, solo me fumaba uno al día. Muy serio, el doctor me reprochó: un cigarro al mes, malo es, y usted se está fumando 30. A partir de ese momento decidí dejarlo completamente”.
Atraído por la estética de las cajetillas de cigarrillos, Pepe empezó a guardarlas hace 40 años, hasta hoy. “Tras dejar de fumar, me quedé con unas cuantas cajetillas vacías de recuerdo. Me llamaban mucho la atención los colores y el diseño de las mismas, así que, sin pensarlo mucho, fui recopilando. Cuando me di cuenta había reunido una gran cantidad de ellas, y ya no pude parar”, confiesa Pepe, añadiendo que “gracias a esta afición, me han pasado algunos casos muy curiosos. Cuando todavía se podía fumar en interiores, un día entré en un bar y me percaté de que había un grupo de personas fumando. En un momento dado, observé que un chico del grupo sacó el último cigarro de un paquete, y lo dejó vacío al lado del cenicero. Al verlo, les pregunté que si podía coger el paquete. Se quedaron todos mirándome, y sorprendidos me preguntaron: ¿para qué lo quiere?, ¡si está vacío!, a lo que respondí: ¡pues por eso lo quiero! Por supuesto, tuve que contarles mi historia para que me entendieran”, narra.
Aumentando la colección gracias a su entorno
Después de 40 años, ya es conocida su afición. Por eso, no solo las guarda él, sino que sus amigos, y vecinos están muy atentos en recopilar todas las cajetillas que caen en sus manos, para llevarlas a la carpintería de Pepe. “Cuando la gente que me rodea se enteró de lo que estaba haciendo, empezaron a traerme. Los bares de alrededor me las guardan, y la gente que trabaja en las oficinas del barrio, me traen los paquetes que se fuman. También los vecinos pasan de vez en cuando a saludarme, a ver las antigüedades que tengo, y de paso me traen sus cajetillas de tabaco vacías. Lo curioso es que muchas veces, cuando no estoy, los vecinos me echan sus cajetillas a través de un pequeño agujero que hay en un cristal de la parte superior de las puertas de la carpintería. De hecho, todos los días me encuentro 8 o 10, y hasta he tenido que poner un recipiente para que caigan en él”, revela.
Aunque sus familiares más allegados han apoyado siempre la afición de Pepe, no deja nunca de sorprenderles. “Mi hermana, mis hijos, y en general toda mi familia, me pregunta que hago con tantas cajetillas almacenadas aquí, y que voy a hacer con toda esta colección el día de mañana. Yo les respondo que en realidad no estorba, porque está muy bien organizado, y yo me entretengo mucho. Mi vecino Manolo me ayudó a colocarlo hace unos años. Cogimos una escalera y lo dejamos todo muy bien colocado. Un trabajo que nos llevó más de quince días. Y es que, aunque solo quede a la vista solo el frontal, la pared tiene mucho fondo, algo más de 50 cm, y hay mucho material ahí metido”, detalla.
Cajetillas de distintos países
Durante estos 40 años, Pepe Valiente ha conseguido reunir una buena representación de todo el mundo, pues tiene paquetes provenientes de muchos países. “La gente de mi entorno se suele acordar de mí cuando se va de viaje, y me traen cajetillas de todos los lugares que visitan. De esta manera, he podido recopilar cajetillas de países de Europa, como Francia o Italia; o de América del Sur, como Colombia o Argentina. En mi colección también podemos encontrar curiosidades, así como marcas españolas que ya han desaparecido. Sombra, Rex, Rumbo, Record, Celtas Cortos, Tres Calaberas, o Jean, son algunas de ellas. En realidad, aunque llevo 40 años reuniendo cajetillas vacías de tabaco, nunca me canso, y sigo en las mismas”, concluye.
Una colección, la de Pepe, que trae recuerdos hasta para los que no han sido fumadores. Una manera de observar, a través de las cajetillas de cigarros, como han evolucionado los gustos del consumidor, el diseño, o incluso, como se refleja la historia de la sociedad en sus envoltorios.
/FOTOS: MODESTO COLORADO/