No sé si a veces Vds. se sienten en un mundo de humo y espejos y en el que parece que en cualquier momento los vayamos a atravesar. Todo para encontrarnos siendo los peones en un tablero de ajedrez, igual que Alicia en el pais de las maravillas. Solo que aquí, no nos vamos a despertar de ningún sueño y también debemos descubrir las reglas para participar en el juego, o la reina de corazones nos cortará la cabeza. Me acompañan, entonces, aquellos versos de Leonard Cohen “Todo tiene una grieta. Así es como entra la luz”.
Nos dibujan un horizonte de conciencia canina, donde lo importante y lo urgente era sacar a los perros prisioneros de la lava del volcán. Llevaban un mes, casi sin comida ni agua, flacos y descangallados, haciéndonos sentir a todos como quijotes de un tiempo que no tiene edad y ahora resulta un escándalo que haya llegado el A Team y los haya salvado, demostrando a propios y extraños que el nominalista Guillermo de Ockham tenía razón: la solución más sencilla normalmente es la mejor.
En el mundo de las ilusiones ópticas no hay casualidades ni accidentes, el lenguaje crea realidades y la palabra crea caos y en estas idas y venidas, donde ya no se sabe qué es significante y qué significado, aparece El Juego del Calamar, donde al espectador, como siempre alineado con el más débil, se le mete, como un diablo en el cuerpo, la idea que el capitalismo es el peor sistema económico y social. ¿Alguien recuerda que hizo borrón y cuenta nueva del modelo feudal?
En la serie, no resulta cuestionable que el sistema sea el responsable de las malas decisiones, adoptadas por los propios jugadores en sus vidas lo que les lleva a estar ahí. Los actos que les han convertido en deudores, no habrían sido sus malas elecciones ni, por supuesto, su absoluto declive moral. No, intentan hacernos creer que es el sistema lo que les legitima para actuar como criminales. Ay los pecados capitales!. Tira la piedra y esconde la mano. La violencia solo genera violencia, física y verbal.
Philip Zimbardo, que llegó a presidente de la Asociación Norteamericana de Psicología, llevó a cabo, entre otros, el experimento de la cárcel de Stanford; suspendido en una semana por el sadismo de los voluntarios, donde obviamente lo primero, después de que policías reales colaboradores fuesen a sus casas a detenerlos y encarcelarlos por un delito que no habían cometido, fue despojarlos de su identidad numerándolos. De aquellos polvos, llegaron otros lodos, como el estudio supersecreto llevado a cabo también en el Instituto de investigación de Stanford denominado “cambiar las imágenes del hombre” (1974). Tavistock no deja de sonar.
También en nombre del progreso, menos mal que de Dios no, nos cuentan los medios que vamos a intentar crear nuevos individuos. Aterriza el transhumanismo, hombres con más capacidades, eso sí, pero no relacionan cuando despegó. Llega mediante la implantación de tecnología, también en el cerebro y en el sistema nervioso central. ¿Y si esto afecta negativamente al individuo, incluso convirtiéndolo en la voz de su amo, y si afecta ni más ni menos que a la evolución?. Don´t worry, Don’t mind : siempre podemos reescribir El juego de las tinieblas y hacer un peliculón o una serie, que parece que se rentabilizan mejor.
La tecnología avanza muchísimo más deprisa que las ciencias jurídicas y la pegunta es: cómo vamos a regularlo.
No solo invierten en esto Elon Musk o Zuckerberg, en empresas como Neuralink o los planes de interfaz de chips cerebrales de Facebook. Peter Joosten es ya un biohacker profesional que, mientras se implanta un chip y luego otro, se gana la vida dando conferencias magistrales a empresas y gobiernos sobre humanidad aumentada o Hannes Sjöblad, fundador de la sueca Asociación de Cyborgs y Ceo de la empresa DSruptive subdermals, constituida para el desarrollo y prototipado de tecnología para el cuerpo humano.
Las ventajas, hay quienes creen que solo suceden entre secretos y sombras, por detrás, entre telas y dagas, a la vista de todos y a media luz, como en el tango de Gardel.
Hechizo y verdad.
Amelia F Fernández-Pacheco