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La presidencia le aguó la fiesta a José Fernando Molina en una buena novillada en Albacete

José Fernando Molina fue el mejor en una tarde en la que la lluvia y los buenos detalles fueron protagonistas

La Plaza de Toros de Albacete acogió este lunes el sexto festejo de su abono y lo hizo con una novillada de claro sabor local y con una entrada que rondó el 50% del total del aforo.

Así pues, los albaceteños José Fernando Molina, Jesús Moreno y el iniestense y ex alumno de la Escuela Taurina de Albacete Alejandro Peñaranda, hicieron  el paseíllo en ‘su’ plaza y lidiaron un encierro del hierro madrileño de Montealto.

Abrió plaza Meteorito, un ejemplar de 430 kilos de peso, castaño claro de peso, herrado con el 31 en los costados y nacido en octubre de 2017, al que José Fernando Molina recibió de toriles con una larga cambiada a portagayola que hizo vibrar a los tendidos. Después llegaron buenos lances con el capote y mucho mimo en los tercios de varas y banderillas.

Antes de comenzar la faena y tras pedir el pertinente permiso a la autoridad, José Fernando Molina brindó el toro al sus compañeros de terna en un gesto que honra al más ‘placeado’ de los tres.

No hubo titubeos en el arranque de la faena de muleta y Molina se fue directo a por Meteorito, formando un binomio casi perfecto en el centro del ruedo en los primeros lances con la franela.

Con mucho temple y torería dominó siempre Molina al de Montealto y aprovechó las condiciones del novillo, que aunque no era perfecto tuvo mucho y bueno y propició que el novillero cuajara una buena actuación.

Sin embargo, la fortuna no estuvo del lado del joven torero en la suerte suprema, pinchando en lo alto en el primer intento y dejando una estocada hasta la bola a la segunda, que incompresiblemente no hizo doblar al astado y que obligó al novillero a dar un golpe descabello. 

Aún así, el público premió a José Fernando Molina con una oreja, muestra de la dimensión que alcanzó en la lidia de este primero de la tarde; al que por cierto el respetable despidió con una sonora ovación en el arrastre.

El segundo de la tarde fue Veraniego, un ejemplar negro mulato de 446 kilos de peso, nacido en octubre de 2017 y herrado con el 29 en los costados, al que Jesús Moreno y como hiciera Molina en el primero, también recibió a portagayola; propinándole un buen susto que pudo haber desembocado en mucho más. 

Tras recuperar el color de cara, entiéndase la expresión, Moreno se fue a por su oponente con fijeza y firmeza y rubricó unos buenos lances con el capote que sirvieron para que el público le ofreciera una cerrada ovación.

Con más trapío y presencia, en proporción, que muchos cinqueños que han saltado al ruedo durante esta ‘No Feria’, Veraniego empujó en el caballo y apretó en banderillas mientras los aficionado corrían a buscar resguardo a cubierto tras empezar a llover sobre el coso de la calle Feria.

Tras pedir el preceptivo permiso a la presidencia, Moreno brindó a Sergio Serrano, que mañana martes se enfrenta a los Victorinos y que se encontraba en el callejón de la Plaza de Toros de Albacete.

Jarreaba con fuerza sobre la Plaza de Toros de Albacete pero Jesús Moreno no se amilanó, a pesar que desde que debutó con caballos en 2019 en esta misma plaza sólo había toreado en una ocasión.

Firme y con temple, Moreno no demostraba su poco rodaje y estaba muy cómodo en la cara del toro, ofreciéndole al astado con calidad tanto la derecha como la izquierda y aguantando con clase los derrotes que de vez en cuando soltaba el de Montealto.

La lluvia seguía siendo también protagonista y mientras el diluvio caía sobre el ruedo de la Plaza de Toros de Albacete, Jesús Moreno entraba a matar y no encontraba eficacia tras caer el estoque un tanto delantero a pesar de haber clavado hasta los gavilanes. Después, fueron necesarios varios golpes de descabello y ahí se difuminó cualquier opción de tocar pelo a pesar del buen hacer.

Hubo palmas para el toro en el arrastre y una sonora ovación para el torero, que rehusó dar la vuelta al ruedo debido al cabreo que tenía encima al no haber doblado el novillo a pesar del ‘espadazo’ que llevaba.

Se presentaba como novillero en Albacete el iniestense Alejandro Peñaranda tras formarse como torero en la Escuela Taurina de Albacete y debutar con caballos el pasado 1 de agosto en su tierra natal y lo hacía dando lidia a Bravo, un castaño claro de capa, herrado con el número 50 en los costados, nacido en noviembre de 2017 y de 442 kilos de peso.

Y para no ser menos que sus compañeros de cartel, Peñaranda también se puso frente a la puerta de chiqueros para recibir al novillo a portagayola. Tras el recibo, se fue a los terrenos del 5 que eran los menos perjudicados tras el aguacero y dejó grandes lances con el capote.

Hizo de nuevo acto de presencia la lluvia en la plaza de toros durante el tercio de varas y los elementos parecían en contra de la joven terna, que llevaba soñando con esta fecha desde hace muchos meses y que menos sol y moscas estaban teniendo de todo en lo meteorológico. Eso sí, ninguno se amedrentó ni lo más mínimo. Hambre y necesidad lo llaman.

Brindó Peñaranda a su apoderado, Gonzalo González, tras el ritual de pedir permiso a la presidencia y se fue a los medios para plantar la muleta muy amplia en la cara del novillo y hacerle embestir a las primeras de cambio.

Muy bien colocado y estirando mucho el brazo para dar profundidad a los lances dominaba Peñaranda sobre el novillo y hacia las delicias de un público que, cobijado bajo los paraguas, estaba sabiendo apreciar la faena del de Iniesta a pesar de las flojitas condiciones del astado.

Le pudo siembre Peñaranda al cornúpeta tanto por la derecha como por la izquierda y en el debe quedó que le enganchara en demasiadas ocasiones la muleta, pero el diestro sabía muy bien lo que llevaba entre manos a pesar de las pocas oportunidades con las que está contando.

Clavó hasta la bola Peñaranda, pero de manera defectuosa ya que la estocada fue delantera, atravesada y haciendo ‘guardia’, siendo en cambio efectiva y haciendo doblar al toro de aquella manera. Hubo petición de trofeo de paisanaje para Peñaranda por parte del público, petición que el presidente no consideró mayoritaria y por lo que no concedió trofeo alguno. El novillero saludo desde el tercio obligado por los aplausos.

Tras un breve intermedio debido a las condiciones climáticas y no a que esté en teoría prohibido por el protocolo anticovid, Ranchero saltó al ruedo de la Plaza de Toros de Albacete; un novillo de 444 kilos de peso, herrado con el 54 en los costados, nacido en octubre de 2017 y negro listón de capa.

Hubo poco lucimiento con el capote, las varas y las banderillas para centrarse Molina en lo realmente importante, que es la muleta, y tras brindar al público se fue a los terrenos del tendido 1 a comenzar la faena de muleta y a soñar con abrir la puerta grande. De ahí, al centro del ruedo. Para evitar querencias del novillo.

Protestaba un tanto Rancherito por el pitón derecho y pronto se echó Molina la muleta a la izquierda, resultando muy difícil que el astado no saliese rebrincado de la muleta y dificultase los lances cada vez que pasaba obligado por el diestro.

Por la derecha, tres cuartos de lo mismo; cabeceando mucho el de Montealto y no embistiendo de manera limpia cada vez que tomaba la franela. El novillero, por su parte, seguía estando por encima del animal.

Se lanzó con todo en la suerte suprema Molina y clavó hasta los gavilanes, pero hubo que tirar de verduguillo para hacer doblar al toro tras no estar colocada en un sitio efectivo. Tras caer el astado, el público pidió con fuerza la oreja, pero Joaquín Coy debería estar pensando en otra cosa y podemos decir que le birló salir por la puerta grande a José Fernando Molina. Una decisión inentendible por parte del presidente, más y cuando el primer trofeo es decisión del público y la grada lo pidió con fuerza, teniendo en cuenta que tenían que sujetar sus paraguas y demás parafernalia para protegerse de la lluvia.

José Fernando Molina se llevó una gran ovación, dio la vuelta al ruedo y le pidieron que diera una segunda. Coy, por su parte, una tremenda pitada. La mayor que se ha podido escuchar hasta ahora en el abono de la ‘No Feria’. Increíble decisión.

El quinto de la tarde fue Cantor; castaño de capa, nacido en septiembre de 2017, herrado con el 20 en los costados y de 489 kilos de peso.

Dejó Moreno buenos lances con el capote e hizo discurrir con rapidez los tercios de varas y banderillas, brindando el novillo a sus compañeros de terna antes de iniciar la faena de muleta.

Anduvo Moreno muy firme con el astado desde los compases iniciales y la lluvia no amedrentó al novillero, que fijó las zapatillas al piso en muchos lances y dejó muletazos cargados de buen hacer.

El novillo no acompañaba todo lo que el matador hubiera querido y tuvo que forzar en ocasiones en exceso para que tomara los engaños, diluyéndose poco a poco el de Montealto conforme avanzaba la faena y yendo de más a menos.

Dejó Moreno una estocada tendida que resultó insuficiente y que le obligó a tirar de descabello, dando varios toques de verduguillo hasta conseguir hacer doblar al astado.

Hubo palmas para el novillo en el arrastre y ovación para el novillero, que saludó desde el tercio.

El último de la tarde fue Cerillero, un novillo negro listón de 433 kilos de peso, nacido en octubre de 2017 y herrado con el 41 en los costillares.

Lo recibió Peñaranda con buenos lances con el capote y lo mimó en el caballo y en el tercio de banderillas, intentando dejarlo lo más entero posible para la faena de muleta; aunque Javier Perea y Ricardo Izquierdo saludaron montera en mano tras su buen hacer con los palitroques. 

Brindó Peñaranda a Fernando Moreno, propietario de la ganadería ‘Los Chospes’ y se fue directo a por el novillo sin titubeos decidido a meterlo en harina cuanto antes.

Firme, cargando la suerte y con las manoletinas pegadas al piso toreó Peñaranda a Cerillero, que aunque presentó algunos contras, tuvo muchos pros y facilitó la tauromaquia del joven diestro. 

Entendió muy bien el ex alumno de la Escuela Taurina de Albacete al astado y le sacó prácticamente todo lo bueno que tenía, tapando los defectos y dejando que salieran muy poco a relucir y conectando con unos tendidos que todavía no entendían lo que había hecho Joaquín Coy con José Fernando Molina al privarle de salir por la puerta grande a pesar de que así lo había decidido el público en mayoría.

Aplaudía la Plaza de Toros de Albacete a Alejandro Peñaranda y se gustaba el novillero de Iniesta, que no se cansaba de hacer pasar por la franela al buen ejemplar de Montealto.

Se tiró con todo el diestro en la suerte suprema y aunque clavó casi hasta el fondo tardó en caer el novillo, lo que no enfrió a un público que pidió con fuerza la oreja a pesar de los paraguas. Sin embargo, Joaquín Coy volvió a hacer lo mismo que con José Fernando Molina.

Dio Peñaranda la vuelta al ruedo y el presidente se llevó otra sonora pitada.

/Nacho López/Fotos: Ángel Chacón/

Nacho Lopez

Nacido en Albacete. Más de 10 años de experiencia en medios de comunicación en radio, televisión y digital, como Intereconomía radio, Cadena SER, Punto Radio, ABTeVe y VOZ Castilla-La Mancha.
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