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Una tarde gris

/Nacho López/Foto: Javi Romero/

Fría tarde la vivida este miércoles en la Plaza de Toros de Albacete, tanto en lo climatológico como en lo taurino, ya que los toros de Alcurrucén dieron un pésimo juego y nada pudo hacer con ella la terna que componía el cartel el día que Dámaso González hubiera cumplido 71 años. Sosos, mansos, descastados y sin un ápice de algo bueno, el encierro de Alcurrucén fue un petardazo que salvo para carne, para nada más valió.

PRIMER TORO

La Feria Taurina de Albacete sigue su curso y después del naufragio de las figuras y el despunte de Álvaro Lorenzo ante la mansada de Daniel Ruiz,  llegaba el turno de tres figuras emergentes cargadas de juventud y con mucha hambre de triunfo.

Román, Ginés Marín y David de Miranda, que abrió la puerta grande de la Plaza de Toros de Las Ventas el pasado San Isidro, llegaban a Albacete conscientes de la importancia de la cita para ellos de cara a gestionar contratos para la temporada que viene y dispuestos por tanto a vaciarse en el coso de la calle Feria. En los chiqueros les esperaban 6 toros de la ganadería de Alcurrucén.

Tal día como hoy Dámaso González cumpliría 71 años y por ello, dos rosas rojas adornaban el centro del ruedo albaceteño y el pasodoble que lleva el nombre del ‘Rey del Temple’ sonaba durante el paseíllo, en vez del tradicional ‘Pan y Toros’.

Con algo más de media entrada, los tres jóvenes espadas rompieron plaza y como mandan los cánones de la tauromaquia, el debutante De Miranda lo hizo desmonterado al ser la primera vez que toreaba en la mal llamada ‘Chata’.

‘Bollanguero’ fue el primero de la tarde, herrado con el número 64 en los costados, nacido en septiembre de 2014, de capa negra y con 570 kilos de peso.

Bajo, bien hecho, cornidelantero y corto de cruces, Bollanguero fue fiel a lo que marca la sangre del encaste Núñez y fue bastante frío de salida, metiendo eso sí la cara fija cuando se decidía a embestir en el capote del valenciano Román.

Tras quedar crudo en el tercio de varas por la escasa fuerza que mostraba, Bollanguero armó un auténtico lío en banderillas y no precisamente para bien, ya que anduvo siempre muy suelto y no corneó a Hazem Al-Masri «El Sirio» de milagro, ya que el banderillero cayó al suelo en la cara del toro y estuvo a merced del astado sobre el albero, no resultando prendido pero si lesionado en la rodilla izquierda y varias costillas.

Vestido de burdeos y oro, Román no vio cualidades al de Alcurrucén y no brindó la muerte del toro, fajándose contra la cara alta que mostró siempre durante la lidia y supliendo como buenamente podía la no repetición del astado en la muleta.

Noble y con bondad, no tuvo transmisión ‘Bollanguero’ y si algún pase se tragó fue porque se lo robó Román, que estuvo muy voluntarioso y que fue ‘culpable’ de todo lo bueno que se vio durante la lidia del primero de la tarde.

Tendida y suelta quedó la espada tras la primera entrada a matar del torero valenciano, pasando a delantera y caída en la media estocada que le hizo doblar al astado tras la segunda entrada. 

El público reconoció el esfuerzo de Román y el valenciano recogió las palmas a su trabajo saludando desde el centro del ruedo.

SEGUNDO TORO

‘Tonadillo’ fue el segundo de la tarde, nacido en abril de 2015, de capa castaña, con el 184 en los costillares y de 562 kilos de peso.

Silleto, bajo, con las carnes sueltas y cornidelantero con puntas negras y mazorcas blancas, el de Alcurrucén también fue frío de salida pero Ginés Marín consiguió darle una buena tanda de verónicas con el capote demostrando que anda muy suelto con los engaños en el primer tercio.

Ataviado de azul marino y oro, Ginés Marín estuvo muy en matador de toros y sacó con maestría lo poco bueno que tenía dentro el de Alcurrucén, embistiendo él más que el morlaco y haciendo todo con mucha cabeza.

Toreándolo como si fuera bueno a pesar de lo poco positivo que tenía el de Alcurrucén, Ginés Marín cuajó una faena muy inteligente en el segundo de la tarde y se metió al público en el bolsillo con la misma facilidad que le hacía las cosas al complicado ‘Tonadillo’.

Ginés Marín quería tocar pelo y arriesgó el tipo con una última tanda de muletazos que estuvo cargada de peligro.

Se tiró a matar como si le fuese la vida en ello y aunque el estoque quedó algo tendido, estaba clavado hasta los gavilanes y le hizo doblar al de los Hermanos Lozano. 

Hubo petición de trofeos en los tendidos, petición que Joaquín Coy estimó como mayoritaria concedido una oreja a Ginés Marín.

TERCER TORO

El tercero de la tarde fue ‘Zarzamora’, de 564 kilos de peso, negro chorreado de capa, herrado con el 139 en los costillares y nacido en diciembre de 2014.

Resultó el toro menos frío de salida que sus hermanos de camada y encontró pronto el buen trato con el capote de David de Miranda, que se presentó en Albacete con 3 vértebras rotas sabedor de la importancia que podría tener esta tarde en su carrera profesional.

Sin brindis, quieto como un palo y con las manoletinas clavadas en el albero, David de Miranda comenzó la faena de muleta por estatutarios delante de la puerta grande demostrando que a pesar de las escasas condiciones que había mostrado el cornúpeta desde su salida de chiqueros, él venía dispuesto a poner toda la carne en el asador.

Sin embargo, por mucha disposición que traía De Miranda, el de Alcurrucén no tenía en su ADN ni un ápice de bravura y solo se tragaba los muletazos si se estaba muy encima de él y se le tocaba el hocico con la franela. Nada de nada bueno tenía el toro, 564 kilos de carne descastada y contra lo que era imposible hacer absolutamente nada. 

Si no había ayudado el de Alcurrucén ni lo más mínimo durante la faena no lo iba a hacer a la hora de la suerte suprema, necesitando entrar a matar en 4 ocasiones y tirando de verduguillo en otras tantas ocasiones.

CUARTO TORO

Barbazul fue el segundo del lote de Román y por tanto cuarto de la tarde, un toro de 535 kilos de peso, herrado con el 126 en los costillares, de pelaje castaño chorreado y nacido en diciembre de 2014.

Con necesidad y ganas de triunfar, Román dejó crudo al toro en el tercio de varas buscando que hubiera transmisión en la faena de muleta, siendo muy deslucido el tercio de banderillas por las defectuosas querencias que mostraba el de Alcurrucén.

Estaba el ganado durante toda la tarde a un bajísimo nivel y este cuarto de la tarde parecía que iba por el mismo camino, desestimando Román brindar la muerte del toro antes de comenzar la faena de muleta.

En el reino de los ciegos el tuerto es el rey y eso es lo que estaba pasando con Barbazul, que comparado su comportamiento en la lidia con el de sus hermanos era excelente, pero que en realidad no era nada del otro mundo.

Conforme fue desarrollándose la faena la primera tanda quedó como un oasis en el desierto y en tónica con toda la tarde, el torero estaba estando muy por encima de las condiciones del astado.

Para terminar la faena, la suerte suprema fue un auténtico fiasco, habiendo palmas cariñosas para Román tras el arrastre y leves palmas para el toro durante el mismo.

QUINTO TORO

Ginés Marín era el único que hasta ahora había tocado pelo y salió decidido a cortarle una oreja más al menos a ‘Gaita’, de 518 kilos de peso, nacido en noviembre de 2013, herrado con el número 7 en los costados y de capa castaña chorreada.

Mejor hecho que el resto del encierro, Gaita no fue frío de salida y salió con chispa de los toriles, moviéndose en el capote de Ginés Marín y dejando algunos lances de bonita factura.

El tercio de varas de este toro correspondió a Guillermo Marín, padre del matador y que muy a su pesar no infringió el mejor de los puyazos al toro que habría de lidiar su hijo, bajando desde entonces la frescura del astado y demostrando que no le había sentado nada bien la vara de Guillermo Marín.

Brindó Ginés Marín al público buscando calentar los tendidos y estar un pasito más cerca de la puerta grande, comenzado la faena de muleta en los terrenos del ‘2’ y sacándolo rápidamente a las rayas de picar.

Humillaba Gaita al principio del primer muletazo, pero enseguida levantaba la cara y protestaba durante el resto de recorrido en la franela.

Había cambiado el toro en un instante a peor y se fue rajando a pasos agigantados en la muleta de Ginés Marín, sacando el torero recursos de donde casi no había y demostrando solvencia de veterano, a pesar de su juventud, en la cara del toro.

Probó Marín con la izquierda, pero el toro seguía derrotando y entrando al trapo a regañadientes, complicando enormemente cualquier opción de toreo de calidad e imposibilitando el triunfo a pesar de la entrega que demostró Ginés Marín con el descastado de Alcurrucén.

Sintió Marín muy cerca el peligro cuando el astado le dio un gañafón que pudo cornearle en el pecho, rompiendo con el pitón el chaleco del matador y no hiriendo al andaluz por escasos milímetros.

Se repuso Ginés Marín del susto y entró a matar con decisión, dejando una estocada hasta la bola que aunque algo trasera, fue suficiente para hacer doblar al toro. No hubo petición de trofeos y la puerta grande quedó en agua de borrajas, recibiendo Ginés Marín el cariño del público en forma de aplausos desde el tercio y el toro, los pitos durante el arrastre.

SEXTO TORO

Cerró plaza Afamosito, de 550 kilos de peso, herrado con el número 158, de capa colorada bragada y nacido en abril de 2015.

Alto, cornidelantero y enseñando las puntas, el comportamiento del toro hasta que entró al caballo fue más de manso que de otra cosa, no humillando nada cuando tomaba los engaños a regañadientes y haciendo muy complicada su lidia.

Quería David de Miranda justificar su presencia en Albacete y brindó el toro al público, mostrándose conocedor el diestro de lo mucho que se jugaba y que a pesar de la mansedumbre del astado intentaría hacerle las cosas bien para ver si tocar pelo era posible.

Dispuesto y yéndose a los medios sin miramientos, David de Miranda sufrió los efectos de la ausencia de virtudes del astado y aunque se mostraba el diestro muy digno y lo intentaba aguantar en los medios de la plaza, la querencia a tablas del de Alcurrucén era evidente y había que llevarlo siempre enganchado en la muleta.

Las cosas había que hacérselas muy despacio a Afamosito y aunque De Miranda le intentaba dar la medicina que necesitaba, ni así pudo embeber en la muleta al toro y nada pudo sacar de él ya que de donde no hay, es imposible obtener rédito.

Se tuvo que ir a matar David de Miranda a los terrenos de chiqueros, muestra de la mansedumbre del toro, errando con los aceros hasta en 3 ocasiones y teniendo que usar también el descabello.

Tras el arrastre, hubo silencio para David de Miranda y pitos para el astado durante el mismo.

 

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