A nadie se le escapa que un teléfono móvil supone un caramelo privilegiado para los que tratan de apoderarse de él. El mercado negro es muy agradecido en estos casos, más aún cuando se van sofisticando en prestaciones y precio. El ladrón cometerá hurtos al descuido, en algún caso lo robará dando un tirón o intimidando. Cuando se trata de grupos organizados actuarán en comercios, transporte de mercancías o almacenes.
El hecho ilícito más repetido es el hurto dentro de los establecimientos de hostelería, al menos en Albacete, donde tenemos gran cantidad concentrados en pocas calles. En esos templos de la diversión, la mayoría controla la ingesta de alcohol y procura conseguir unas horas de asueto y algarabía con los amigos, conocidos o por conocer. Entre esa amalgama de cuerpos, sobre todo en invierno, donde no se distingue cuando acaba el brazo y comienza otra cadera, pululan otros jóvenes, mimetizados en el entorno, que no tienen como fin la diversión, sino apoderarse de teléfonos.
Pueden actuar en tándem, de modo que si sorprenden al autor, no tendrá el teléfono porque su colega lo ha escondido. Complicado es asegurar un hurto si el sospechoso no lleva el objeto y niega como un demonio haberlo cogido. En estos casos debemos requerir al encargado del local o a la Policía. No es bueno perdonar si tenemos la convicción de que ha sido el autor.
Aunque pueda parecer una utopía, tener un teléfono barato para ir de marcha es una buena idea. En caso de perderlo, el daño es menor. Hay aparatos que superar los 500 euros sin demasiadas pretensiones.
Guardar la caja del teléfono móvil. En ella aparece el número de Imei, auténtica identificación del teléfono que será importante facilitar a la Policía en caso de ausencia.
Si entramos en lugares de mucho ruido, donde el sonido ambiental impide escuchar las llamadas, es bueno llevar el teléfono apagado. Si desaparece, al menos no habrá más daños por el gasto en su uso. Cuando lo precisemos, se enciende.
Las victimas suelen ser chicas que llevan bolso. No debe perderse de vista. Suele ser el defecto más repetido: El descuido que mejor aprovecha un descuidero.
Los locales de diversión tendrían que prestar más atención, además de mantener el buen ambiente y vender, a la seguridad de los clientes, en especial a sus pertenencias.
Para los presuntos honrados: No debemos comprar teléfonos móviles en condiciones dudosas. Se quitan para venderlos. Si no hay compradores de ventaja habrá menos hurtos.
Sobra la advertencia, pero no me resisto a decirla: No debemos apoderarnos de los teléfonos móviles ajenos. Es una infracción penal y, sobre todo, moral. Y sé muy bien de lo que estoy hablando. Más del 75% de los jóvenes admiten que si encontraran un teléfono móvil, se lo quedarían.
Comisario Jefe de la Policía Nacional de Albacete, José Francisco Roldán Pastor.