/ Llanos Esmeralda García /
La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Albacete ha condenado a dos años y un mes de cárcel a un hombre por un delito de coacciones concurriendo la agravante de disfraz así como a la prohibición de aproximación a la víctima a una distancia inferior a 500 metros, y prohibición de comunicación con ella por cualquier medio o procedimiento, durante un período de cinco años. La sentencia de la Sala establece que no ha lugar a la responsabilidad civil al haber renunciado la perjudicada. Así mismo, lo han absuelto de la falta de lesiones del que venía siendo acusado.
Hechos
Según establece la sentencia, a la que ha tenido acceso El Digital de Albacete, establece en sus hechos probados que el 17 de enero de 2015, entre las 21:15 horas y las 21:30 horas, una joven se dirigía por la calle Tollo de Fuentealbilla (Albacete), desde el domicilio de una amiga a su casa, cuando observó a una persona «a quién no conocía, quién resultó ser el acusado, que estaba junto a un vehículo todo terreno, detenido y con el motor en marcha», cuando al poco, «la joven oyó cómo iniciaba la circulación, e inmediatamente después el vehículo se detuvo en la esquina con la calle Santa Ana, detrás de ella, y vio que se abría la puerta, y seguidamente éste, aunque la joven sólo pudo ver una sombra, se colocó detrás tapándole la boca, tirando de ella para introducirla en el coche, cayendo al suelo, quedándose unos momentos en la parte baja de la puerta del lado del conductor, llegando a asestarle un mordisco en una mano para intentar huir».
La sentencia detalla que la joven gritaba para pedir auxilio y el acusado «empezó a propinarle puñetazos que le impactaron en la nariz y la cara, quedando aturdida; circunstancia que aprovechó para introducirla en el vehículo por la puerta del conductor».
Mientras esto sucedía la joven, detalla el escrito de la Sala, «lanzaba patadas y el acusado la cogió del pelo fuertemente, no obstante ella intentaba buscar la manivela de la puerta para abrirla y huir, circulando el vehículo por la calle Santa Ana hasta la Avenida de Albacete, siendo en ese momento cuando consiguió abrir la puerta y sacar los pies» poco después consiguió tirarse del coche dirigiéndose a su domicilio.
El acusado además, se valió para la comisión de los hechos de unos guantes negros y una «bufanda braga» que llevaba puesta cubriéndole desde el cuello hasta la nariz, por lo que sólo permitía verle parte de la nariz, los ojos y el pelo.
Como consecuencia de la agresión la joven sufrió diversas policontusiones y trastorno por estrés postraumático del que ha curado sin secuelas.
